La oscuridad se rasga y las manos de Dios moldean el mundo. La arcilla resbala pringando los dedos que se lamentan de la suciedad, restregándose en un manto divino de nubes por el que comienzan a caer en picas de tormenta las amebas y los insectos, los gusanos y los peces, los reptiles y las aves, los mamíferos y los humanos, y los gusanos. </p>
<p>Creado todo, creadas las razas, creados Dios, Cristo, Siddarta Buda y Confucio, creados el I Ching, la Biblia, el Corán, el Talmud y la Torá, creada la muerte y la resurrección, los mitos y las leyendas, el engaño y la estafa, la justicia y el ajusticiamiento, el Reino de los Necios fue dividido en sus cuatro cuadrantes. </p>
<p>Infames, los hombres contaban mentiras sobre sus vecinos, sus rivales y sobre sí mismos, bendiciendo la misma muerte que aborrecían, justificando sus atrocidades por la carne de su Dios misericordioso, adorando todos al mismo que a su vez odiaba a sus enemigos. </p>
<p>Dentro de la locura que ahora impregna al mundo, descansa indolente Iberia, tendida, aplastando la tierra, segándola y arándola en mieses pardas y secas de Castilla, cardos en rama ocre paseantes en los labios de Sancho, aprendiendo del Quijote. Su cabeza mira al cielo, clamando a Dios que se la lleve, perderla y calmarla de migrañas de eternidades, perderla y colmarla de laureles, olvidando los escudos, las lenguas y las banderas (¡tantas!). Su espalda, lumbalgia crónica de espadas, descansa en Pirineos, acupuntura de guerras de romanos, pelayos y cien mil más oh la là les garçons de Saint Louis et ses filles de Pigalle, rouge et noire les underpants. Sus piernas encharcan Andalucía de doradas playas y montañas nevadas, verdes patios soleados y deslumbrantes casas blancas, exquisitas manos de cerdo, deliciosas higadillas, asadura y criadillas, mientras una carrera en la media serpentea entre Cazorla y Barrameda, estrellada por mil puntos de belleza y alegría, arte gitano y morisco, llévame a Córdoba y Sevilla, quiero bañarme a orillas de mi río Guadalquivir, quiero vivir entre las aguas del Beiro, el Darro y el Genil. Sus pies descansan sobre una roca negra y horrenda, atufándola de niebla inglesa, fogata de piedra, carbón y ceniza, quesada en invierno, fondie en el infierno, donde dijo que sí que lo hará Sí, Trieste, Zurich y París, abandónala en Gibraltar, no la lleves a Dublín. </p>
<p>Iberia entonces cae muerta, doliéndose del tumor reagudizado. La llaman desde allá fuera, desde las Galias, desde Albión la pérfida, desde el Senado del Imperio Saturnal, desde los boques negros de Baviera, desde el Norte perdido, desde América. El llanto de un crío abandonado se eleva por los cielos, clamando en un grito de cisne: antes que vivir en un brazo extirpado de Iberia, antes que perderme en la idiotez a rayas de una bandera, prefiero morir de cultura en el océano multicolor, nadar entre olas de sabiduría, ahogarme en los remolinos de ese azul mar nuestro, dejarme llevar, morir en Europa.
La dama triste
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