Las historias que narraba el abuelo búho en las frías noches de invierno que jugaban los tréboles con las dulces mariposas negras, han traído a los Aluxes del Mayab. Los Aluxes del Mayab eran tan pequeños como las gotas del invierno que causaban llanto en la madre hormiga, olvidando regar las margaritas que no han parado de hablar con los pequeños duendes, que se han titulado como los defensores de las montañas mágicas.
Los sauces en medio de los riachuelos de cristal obsequiados por el enamoradizo rey león han cantado a las hadas del invierno, para que arrullen a las manzanas de oro que acompañaran a los valientes duendecillos. A ese bello regalo que han dado las hadas del invierno para los días de hambre en su misión, se han sumado los ejércitos valientes de los venados, pájaros, tigres, serpientes, culebras, cantiles, guardianes de los bejucos, que han decido no permitir que los monstruosos y gigantes ciclopes destruyan las mágicas montañas.
Una guerra sin control ha rodeado a las montañas mágicas y miles de cíclopes han regresado a la odisea que jamás debieron abandonar. Los Aluxes que han derramado tanto sudor y lágrimas de sangre no han permitido que se acerquen a las montañas clamándoles a los dioses Luna, Sol, y Tierra, que manden vientos tan fuertes que el frío consuma a estos monstruosos seres. Ante esos clamores de los Aluxes y su lucha incansable en compañía de los ejércitos, los dioses se han solidarizado a tal punto que los cíclopes se han desintegrado en los cabellos de la medusa.
Los Aluxes del Mayab no han parado de sonreír al ver que las montañas mágicas siguen igual de hermosas como las rosas de Ícaro, y han hecho una fiesta con ninfas que serán las dueñas de sus enamoradizos corazones.
Imagen de cabecera: www.cinconnoticas.com
Be First to Comment