Milos Forman: Alguien voló sobre el nido del cuco (One flew over the cuckoo´s nest), 1975
La libertad se nos avalanza por medio del gran angular con el que comienza la película: una montaña al amanecer, el campo abierto y pleno, la naturaleza... Sin embargo la libertad se ve coartada, interrumpida, cruzada por una carretera al principio imperceptible y por un coche en el que McMurphy esposado es llevado al hospital psiquiátrico. La civilización desgarra la naturaleza, el poder subyuga la libertad.
Ese es el tema principal de una película que no trata de ser metafórica (aunque podemos encontrar importantes paralelismos históricos –de los cuales no vamos a tratar-) ni alegórica, sino literal, una película que nos muestra la existencia de un poder que aniquila, o, cuanto menos, lo intenta, la libertad individual, la singularidad, con la intención no sólo de mantenerse sino también de consagrarse; no se trata de uno, como el que nos enseña McMurphy con el baloncesto, en donde si bien existe un equipo que debe estar por encima, cada uno de los miembros aporta su propio talento enriqueciendo al conjunto y a sus compañeros a la vez que el grupo los alienta y enriquece.
El manicomio es la representación de ese poder encarnado principalmente por la enfermera Ratched, cuya imagen se nos da a conocer con una capa negra, símbolo del mal, frente a la blancura predominante, inocente, de los enfermos, de los enfermeros y guardianes –no conscientes de ser uno de los brazos ejecutores- y de los decorados. La nota de color la pondrá McMurphy y su llegada al hospital en ropa de calle; no sólo rompe con ese blanco inocente sino además con el blanco impersonal, unificador, símbolo de la represión de la individualidad.
Esa libertad individual en conjunto llegará a su cénit en el episodio de la pesca durante el cual todos y cada uno de ellos son responsables de sus actos y de dirigir sus propias vidas aún teniendo presente a un afianzado líder, el cual les muestra el destino pero no los pasos. La culminación de este capítulo es la llegada al puerto en donde los esperan los opresores, no obstante ellos han conseguido un pez más grande que el que se muestra en la foto del despacho del director, ellos han conseguido la victoria en esta batalla.
La guerra presenta tres bandos; en extremos opuestos y enfrentados se encuentran por un lado la institución opresora Ratched y por otro la fuerte personalidad de McMurphy; fluctuando entre ambos está el colectivo de enfermos. La lucha se hace patente desde el primer momento, al introducir McMurphy en la tranquila partida de cartas por medio de la baraja el sexo como liberación, incluso respecto a Billy como sanador. El más joven del grupo padece desde niño una fuerte represión sexual por parte de su madre; tras acostarse con la chica de McMurphy no sólo abandona su timidez y tartamudez sino que se muestra seguro de si mismo. La respuesta opresiva, ante la nueva potencia de individualidad, consiste en la amenaza del chivatazo, en eliminar esa fuerza dl yo de Billy a través del poder materno. Ante el hecho de que su madre pueda enterarse, tras suplicar, en la primera oportunidad se suicida. La labor de la enfermera Ratched no es curar sino mantener el control establecido, devorar al sujeto a favor del poder; por eso todas las terapias terminan con la manifestción de la enfermedad de cada paciente espoleadas por la enfermera con el fin de hacer eterna la situación. Será en una de estas terapias donde surja una nueva batalla. McMurphy quiere ver las Series Mundiales de Béisbol, algo que no está dentro de la rutina diaria por lo que Ratched organiza una votación. Hasta ese momento nos han pasado prácticamente inadvertidos el resto de los pacientes, nuestra atención sólo se ha centrado en los “contertulio”. Al realizarse la votación saliendo favorecido McMurphy, la enfermera recurre a los pacientes “satélite” que vagan con sus sumamente mermadas capacidades; el hecho de que ninguno haya levantado la mano hace perder a McMurphy. La fuerza opresora Ratched se aprovecha de los manipulados, de los que su yo está totalmente devastado, de aquellos que no tienen capacidad para decidir. Sin embargo, el en principio sorprendente voto del Jefe, concederá a McMurphy una victoria castrada por la ley, por las reglas impuestas de la enfermera, maleables para su beneficio. Ésta, satisfecha por haber derrotado al no uniforme, al no subyugado, se encuentra con un nuvo fracaso al retransmitir éste el partido, al ser vencida la opresión por la imaginación, algo difícilmente manipulable.
McMurphy necesita escapar, su alma se encuentra aprisionada, pero antes quiere despedirse de sus compañeros con una fiesta, nuevo símbolo de desinhibición. Sin embargo tiene que retrasar su escapada para ayudar a Billy a perder la virginidad, a liberarlo de su condena, de su represión quedándose dormido y siendo frustrada su huida. Cuando va a volver a intentarlo, el deber de la amistad lo llama en auxilio de Billy y, tras el suicidio, la lucha contra el opresor, una especie de batalla romántica en el que el individuo lucha contra un ente superior, la derrota está prácticamente asegurada pero la pelea es imprescindible. Una lobotomía será el fin de McMurphy, final anunciado anteriormente cuando aparece en una de las reuniones, vestido de color blanco.
El Jefe indio, un personaje extraordinario, liberará a su amigo matándolo, no permitiendo que su alma esté aprisionada en la manipulación y la opresión del poder. El Jefe estaba ya preparado para huir y, al contrario que en la mayoría de las películas del momento, consigue escapar. Corre hacia las montañas, aquellas presentadas al principio, huye hacia la naturaleza envuelto en la aurora, camina hacia la libertad mostrándonos la esperanza.
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Paul Bitternut
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